lunes, 15 de octubre de 2012

Carta de la Unión Soviética a Largo Caballero.


Al camarada Caballero:

Nuestro representante plenipotenciario, camarada Rosenberd, nos ha transmitido la expresión de sus fraternos sentimientos.
También nos ha comunicado que usted se siente inalterablemente alentado por la seguridad en la victoria. Permítanos darle nuestras gracias fraternales por los sentimientos manifestados y significarle que somos partícipes de si confianza en la victoria del pueblo español.
Hemos juzgado y seguimos juzgando que es nuestro deber, en los límites de nuestras posibilidades, el acudir en ayuda del gobierno español, que encabeza la lucha de todos los trabajadores, de toda la democracia española, contra la camarilla militar-fascista, subsidiaria de las fuerzas fascistas internacionales.
La revolución española se abre caminos que, en muchos aspectos, difieren del camino recorrido por Rusia. Lo determinante así la diferencia de premisas de orden social, histórico y geográfico, las exigencias de la situación internacional, distintas de las que tuvo ante sí la revolución rusa. Es muy posible que la vía parlamentaria resulte un procedimiento de desarrollo revolucionario eficaz en España de lo que fue en Rusia.
Con todo, creemos que nuestra experiencia, sobre todo la experiencia de la guerra civil, debidamente aplicada a las condiciones particulares de la lucha revolucionaria española, puede tener determinado valor para España. Partiendo de ello y en vista de sus insistentes ruegos, que a su debido tiempo nos ha transmitido el camarada Rosenberd, accedimos a poner a su disposición una serie de especialistas militares, a quienes dimos instrucciones de aconsejar en el terreno militar a aquellos oficiales españoles en ayuda de los cuales debían ser destinados por usted.
Se les advirtió de modo terminante que no perdieran de vista que, con toda la conciencia de solidaridad de que hoy están penetrados el pueblo español y los pueblos de la URSS, el especialista soviético, por ser extranjero en España, no puede ser realmente útil sino a condición de atenerse rigurosamente a la función de consejero y sólo de consejero.
Creemos que precisamente así utiliza usted a nuestros camaradas militares.
Le rogamos que nos comunique en pie de amistad en que medida nuestros camaradas militares saben cumplir la misión que usted les confía, ya que, naturalmente, sólo si usted juzga positivo su trabajo puede ser oportuno que sigan en España.
También le rogamos que nos comunique directamente y sin ambajes su opinión acerca del camarada Rosenberd: si satisface al gobierno español o conviene sustituirle por otro representante.

Cuatro consejos amistosos que sometemos a su discusión:

1) Convendría dedicar atención a los campesinos, que tienen gran peso en un país agrario como es España. Sería de desear la promulgación de decretos de carácter agrario y fiscal que satisficieran los intereses de los campesinos. También convendría atraer a éstos al ejército y formar retaguardia de los ejércitos fascistas grupos guerrilleros integrados por los campesinos. Los decretos en favor de éstos podrían facilitar esta cuestión.

2) Convendría atraer al lado del gobierno a la burguesía urbana pequeña y media o, en todo caso, darle la posibilidad de que adopte una actitud de neutralidad favorable al gobierno, protegiéndola de los intentos de confiscaciones y asegurando la libertad de comercio. En caso contrario, estos sectores seguirán a los fascistas.

3) No hay que rechazar a los dirigentes de los partidos republicanos, sino, contrariamente, hay que atraerlos, aproximarlos y asociarlos al esfuerzo común del gobierno. Es en particular necesario asegurar el apoyo al gobierno por parte de Azaña y su grupo, haciendo todo lo posible para ayudarles a cancelar sus vacilaciones. Esto es también necesario para impedir que los enemigos de España vean en ella una república comunista y prevenir así su intervención declarada, que constituye el peligro más grave para la España republicana.

4) Se podría encontrar la ocasión para declarar en la prensa que el gobierno de España no tolerará que nadie atente contra la propiedad y los legítimos intereses de los extranjeros en España, de los ciudadanos de los países que no apoyan a los facciosos.

Un saludo fraternal,


STALIN, MOLOTOV Y VOROCHILOV (1937)

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